«La Edad de Oro del Software Español». Segunda parte: Opera Soft, pasión por los 8 bits

27/06/2016
Texto por: SAS
Fotos: © Opera Soft

La «Cosa Nostra» de Opera… 

Siguiendo con la primera parte de esta entrada en la que hablé someramente de Dinamic Software: «La Edad de Oro del Software Español». Primera parte: Dinamic Software, el líder indiscutible, continúo analizando la historia de la denominada «Edad de oro del software español», que tanto marcó mi pubertad y mi adolescencia, con otra de las míticas desarrolladoras de videojuegos «Made In Spain»: Opera Soft.

«Opera Soft se formó en un bar, con unos intereses más profesionales que comerciales y con ganas de crear sus propios programas al margen de Indescomp.»

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El equipo de Opera Soft al completo en una de sus «comilonas». La compañía se gestó en un bar, entre caña y caña.

Esta compañía independiente se formó en un bar (de hecho, ¿cuántos proyectos en la vida nacen ahí…?) cuando Pedro Ruiz, Paco Suárez, José Ramón Fernández, Carlos Alberto Díaz y José A. Morales dejaron Indescomp (Investigación y Desarrollo de Computadoras), que luego se fusionó con Amstrad España, y decidieron emprender un nuevo proyecto juntos con el que poner a prueba sus mismos programas. En propias palabras de sus co-fundadores: «Teníamos más intereses profesionales que comerciales». Así que lo que les iba a estos apasionados de los ordenadores eran más las ganas de crear sus propios programas que lo de «ganar dinero»… Vamos, en otras palabras, que los de Opera empezaron por amor al arte (o mejor dicho, por amor a los 8 bits…). Fue posteriormente cuando los programadores cosecharon la popularidad que la compañía gozó en vida.

«Opera Soft le debe su nombre a la Plaza de Isabel II de Madrid (también denominada Plaza de la Ópera) lugar donde instalaron su sede.»

Así que, entre cañita y cañita de cerveza, en 1986 los chicos de Opera Soft se instalaron en la Plaza de Isabel II de Madrid (también denominada Plaza de la Ópera y de donde proviene su desconcertante nombre) y empezaron a programar por su cuenta videojuegos míticos que rápidamente pasaron a la historia del software español. Los primeros títulos que se publicaron bajo el sello Opera Soft fueron Cosa Nostra y Livingstone supongo, ambos programados en 1986. El primero ambientado en la histórica Chicago de la época de los gánsters y el segundo en África durante la época colonial, donde el jugador encarnaba al explorador Henry Stanley en su búsqueda del famoso misionero David Livingstone. Ambos juegos fueron ampliamente recordados, pero la historia de Opera Soft no había hecho nada más que empezar…

«Sin duda alguna, el videojuego por el que Opera Soft siempre será recordada fue La abadía del crimen, un clásico del software español considerado como uno de sus mayores exponentes.»

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Arriba, portada y captura de La abadía del crimen. Abajo fotografía de Paco Menéndez, uno de los dos programadores del juego.

¡La abadía de los videojuegos!

Pero, realmente, el videojuego por el que siempre será Opera Soft recordada fue La abadía del crimen (1988) programado por Juan Delcán y Paco Menéndez. Este videojuego del que ya he hablado en alguna ocasión en este blog (véase la entrada del 01/03/2016 titulada  Muere uno de los grandes autores del s.XX: Umberto Eco, el padre de «El Nombre de la Rosa») es una de las grandes creaciones, por no decir el mayor exponente, del software español. Estuvo basado en la famosa novela de Umberto Eco El nombre de la rosa y le cambiaron el título por problemas con el autor. De hecho, el propio Eco estuvo barajando el título La abadía del crimen para titular su famosa novela. Este videojuego es, sencillamente, una maravilla de los 8 bits, donde los programadores de Opera Soft introdujeron por primera vez la representativa perspectiva isométrica, explotada a partir de entonces. Recuerdo horas, días, meses e incluso años enteros obsesionado por el juego, intentándomelo acabar de todas las maneras posibles (ya que habían varias vías).

«Tanto Sol Negro como Mutan Zone, no solo incorporaron el «scroll», sino que lo explotaron a base de bien, convirtiéndose en videojuegos de una dificultad extrema.»

No me enrollo más hablando de La abadía… (prometo algún día dedicarle una entrada por entero), ya que hay más videojuegos míticos de Opera que merecen ser comentados en este breve repaso. Dos de los que quisiera hablar por encima son Sol Negro (1988) y Mutan Zone (1989). El primero fue obra de José A. Morales y el segundo de Carlos Alberto Díaz. Ambos poseían el innovador, por aquel entonces, «scroll». ¿Que qué era esto del scroll? Hoy día parece sencillo, pero en la época en la que se lanzaron estos videojuegos fue toda una revolución. El scroll permitía que la pantalla de la acción del juego avanzase progresivamente junto al personaje. En los anteriores videojuegos citados, la pantalla de acción era estática y no cambiaba hasta que el personaje no llegaba al otro extremo. El scroll, per se, permitía avanzar en la acción del juego el fondo y el personaje al mismo tiempo. Tanto Sol Negro como Mutan Zone, no solo incorporaron el scroll, sino que lo explotaron a base de bien con los enemigos, convirtiéndose en videojuegos de una dificultad extrema. Además, Mutan Zone, tenía la particularidad de incorporar una pantalla secundaria en forma de radar que permitía ver al jugador partes ocultas en el área de juego. En definitiva, Mutan Zone en concreto fue toda una virguería para la época en la que fue creado. Además, ambos poseían una ambientación excelente y unos grafismos muy bien definidos.

«La creatividad y originalidad de los muchachos de Opera Soft no tuvo paragón: Gonzzalezz (1989) fue un divertidísimo juego de plataformas poco alabado en su momento».

No quisiera finalizar este repaso a la historia de Opera Soft, una de las mejores compañías de videojuegos que existieron en nuestro país, sin alabar un programa no lo suficientemente considerado en su momento: Gonzzalezz (1989). Este fue un divertidísimo juego de plataformas con un mexicano dormilón como protagonista. Ángel Zarazaga Escribano programó este psicodélico «dos cargas» con un mapeado enorme y dos estilos de acción completamente diferenciados guardando ahí todo su atractivo. Durante la primera carga, estamos en los sueños del simpático protagonista, en donde el jugador podía hacer que volara durante un largo tramo hasta alcanzar la siguiente plataforma. Era verdaderamente complicado sortear todas las trampas pero, a su vez, muy divertido ya que el sonido acompañaba graciosamente sus vuelos. La segunda parte tenía un «look» a lo far west y de estilo más bien de aventura gráfica, ya que el jugador debía usar inteligentemente los objetos que se encontraba por el camino. He aquí unos vídeos que muestran la creatividad alcanzada en este videojuego de (recordemos) tan solo 8 bits…

La creatividad y originalidad de los muchachos de Opera Soft no tuvo paragón. Tras esta primera etapa de Opera, realmente sublime, vinieron una retahíla de títulos deportivos como Golden Basket (1990) u Olympic Games ’92 (1992) que, a pesar de no tener ningún especial interés para mi, no quisiera desmerecerles sus logros. En resumidas cuentas, lo que hicieron los de Opera Soft en el campo de los videojuegos fue considerado por muchos como verdadera ¡pasión por los 8 bits!. (Continuará).

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